Oportunidades para mejorar las videoconferencias laborales
Empresas y emprendedores se han visto forzados al teletrabajo por el Covid-19. La mayoría hemos tenido que convertir la casa en la “nueva” oficina o empresa.
Las videoconferencias y videollamadas son sin dudas excelentes alternativas para compensar el distanciamiento físico que exige la pandemia.
A simple vista, sus resultados lucen similares a los de un encuentro cara a cara. Pero hay que ver ciertos detalles que influyen en su efectividad como medio de comunicación.
Diferencias entre videoconferencias y reuniones presenciales
Algunos expertos dicen que estas herramientas de comunicación podrían elevar el estrés de los participantes. Como resultado, en ciertos casos, pueden ser poco efectivas.
El cerebro del colega, cliente o estudiante con el que hablamos, procesa nuestros mensajes de manera diferente, dependiendo del medio a través del cual le llega la información.
Por ejemplo, en un encuentro presencial, nuestro cerebro capta los mensajes del cuerpo de los interlocutores. Pero en una videoconferencia solo vemos su cara y no sabemos si mueve sus piernas o manos con la inquietud que nos indica que no le gusta lo que oye o que tiene apuro por terminar de conversar.
Además está la dificultad que significa interactuar con las personas que no activan sus cámaras y no tienen ni siquiera una foto de perfil. En esos casos nos toca hablar con un rectángulo negro.
De la misma manera, los detalles de sus gestos en la cara, en una videoconferencia no tienen la nitidez natural de los que vemos en una reunión presencial. Ni nos llegan a la misma velocidad, cuando la imagen en la pantalla es lenta o se congela.
En consecuencia, el participante de una reunión o un curso virtual tiene que hacer un esfuerzo de concentración mucho mayor para procesar y comprender los mensajes que recibe a través de su laptop, tableta o teléfono móvil.
Ese esfuerzo extra nos agota emocionalmente más que en una reunión presencial y afecta lo que captamos del encuentro.
Efectos de la calidad de la conexión a Internet en la percepción de los mensajes
Por ejemplo, si se congela la imagen en la pantalla, es fácil perder el hilo en lo que estábamos viendo y escuchando.
O nos produce incertidumbre no saber si la falla de conexión se origina por nuestra conexión o la del otro.
Nos angustia desconocer al instante si es la conexión a Internet, o es el programa de videoconferencia, o el programa de navegación en Internet, o el modem, o un cable, o una falla eléctrica. Son muchas variables.
Las videoconferencias no son responsables del estrés que genera el confinamiento y los cambios bruscos de hábitos que debemos hacer. Pero asistimos a este tipo de encuentro virtual con ese estrés y sus consecuencias.
El estrés dificulta mantenernos atentos y enfocados
Las angustias activadas por la incertidumbre sobre el Covid-19 nos causan mucha inquietud y distracción. Como resultado, nos cuesta concentrarnos y distraídos captamos menos. Así de simple.
Los asistentes a una reunión virtual pueden despistarse fácilmente con sus redes sociales (igual que en muchas reuniones presenciales). Y cuando trabamos en casa hay que desarrollar mucha disciplina para no distraernos con la familia y otras cosas propias del hogar.
La fluidez de la comunicación en una videoconferencia no es la misma
Otro aspecto que afecta los encuentros virtuales son los silencios o las pausas propias de un diálogo. En una conversación presencial son más fluidos que cuando solo tenemos en frente las caras de los interlocutores.
¿Cuántos momentos de silencios incómodos en las videoconferencias has vivido?
Las interacciones en un grupo virtual no fluyen igual, a menos que haya: un moderador; acuerdos previos sobre las formas de participar; y una agenda clara que oriente la reunión.
La calidad de la imagen y el sonido afectan nuestra percepción
Necesitamos tener presente la calidad de la imagen y el sonido.
Para que la calidad audiovisual de las videoconferencias tenga el color, el brillo y la nitidez de las películas que vemos en el cine o Netflix, habría que editarlas mucho.
Si se habla muy rápido en una reunión virtual, poco se entiende, y si haces un movimiento brusco con la mano o la cara, la calidad de la imagen se deteriora.
En comparación a lo que experimentamos presencialmente, la imagen digital puede percibirse como con falta de “naturalidad”.
La cámara de la computadora o del teléfono puede tomar excelentes fotos fijas. Pero la transmisión “en vivo” por Internet de imágenes en movimiento es otra cosa.
A estas alturas quizás piense que la necesidad de vernos y oírnos puede compensar esas deficiencias técnicas, y estoy completamente de acuerdo contigo. Poder hablar a través de Zoom con seres queridos que están lejos, nos hace pensar poco en la calidad de la imagen.
El asunto es que cuando la reunión es de trabajo o es una capacitación formal, nuestras expectativas como participantes son diferentes a las de una reunión social.
Y si tenemos que reunirnos muchas veces en videoconferencias, podemos llegar a fatigarnos y ser muy poco efectivos.
Hice mis primeras videoconferencias en 1996
Fue a través de una conexión telefónica directa. Parecía increíble poder vernos las caras en esa época, con una llamada telefónica.
Fueron reuniones de un par de horas en las que todos quedábamos más agotados que después de un curso de 8 horas.
Teníamos un retraso de 1 o 2 segundos en la llegada de la imagen y el sonido, lo cual hacía muy difícil conversar con fluidez.
El esfuerzo por mantenernos concentrados era enorme y todo el tiempo hablábamos con mucho más volumen de lo normal.
Un estudio realizado en Alemania, en el año 2014, puede ayudar a entender las razones de ese agotamiento.
Los retrasos en las llamadas telefónicas y videoconferencias de tan solo 1.2 segundos nos pueden hacer pensar que el otro no está prestando suficiente atención a la conversación o está pendiente de otra cosa.
¿Tiene sentido buscar mejorar las videoconferencias?
La pandemia generada por el Covid-19 ha impulsado las videoconferencias como uno de los medios de teletrabajo para casi todo el mundo, y las empresas están saboreando sus indiscutibles ventajas.
Pero, como cualquier medio de comunicación, su mejor aprovechamiento depende de la planificación y la dirección que se le otorgue.
Después de lo que has leído, seguramente puedes inferir algunas acciones inmediatas para reducir el impacto de las «desventajas» de los encuentros virtuales de trabajo.
Oportunidades de mejoras inmediatas en las videoconferencias
Entre lo más elemental está planificar las reuniones de trabajo y capacitaciones con un inicio en el cual se comunique con claridad:
1) Los objetivos específicos y el beneficio de los mismos para los asistentes a la reunión o curso, incluyendo validar que los participantes están viendo lo mismo que el organizador de la reunión.
2) La agenda detallada y factible para lograr esos objetivos (las reuniones menos planificadas en detalle son las que suelen durar mucho más del tiempo previsto).
3) La dinámica de participación que se debe seguir, de manera individual y colectiva, para abordar exitosamente cada punto de la agenda. (Siempre hay que tener presente que hablar de un tema no significa que todos estén y queden al final en “la misma página”).
Otra medida que aporta valor es considerar que no siempre el mejor medio es una videoconferencia. En ciertos casos, una llamada telefónica, un mensaje por WhatsApp o un email podrían ser suficientes para lograr el objetivo que se quiere.
La productividad de una reunión laboral tiene que ver con la calidad de los acuerdos y la confianza, más el sentido de unidad que esos acuerdos proporcionen a la relación del equipo o con los clientes.
Cuando falla la confianza entre los miembros de un equipo o con los clientes, las personas no dicen todo lo que sienten. En consecuencia, el compromiso con los acuerdos es frágil.
También es oportuno estar pendientes de la velocidad con la que hablamos, el ritmo, la inflexión y el volumen de la voz. Todos estos aspectos se pueden estudiar y mejorar.
Igualmente debemos cuidar los movimientos que hacemos con las manos. Mientras más rápidos y bruscos son, más “ruido visual” producen. La gestualidad es muy importante en la comunicación cara a cara. Pero en una video llamada hay que cuidar la velocidad.
Otros detalles a cuidar para mejorar las videoconferencias:
• Colócate en un lugar donde tu rostro reciba suficiente iluminación. Mientras las otras personas vean más detalles de tu cara, mejor.
• Cuando hables, mira a la cámara y no a la pantalla. Es la manera de hacer el debido contacto visual con la audiencia. De lo contrario podemos ser percibidos como que estamos dispersos o no estamos seguros de lo que estamos hablando.
• Evita colocarte a “contra luz”. A lo mejor el lugar en el que estás es muy iluminado, pero tu rostro queda oscuro frente a la cámara. Busca que la luz quede delante de ti y no detrás.
• Cuida el encuadre de tu rostro y tu cuerpo en la cámara. A lo ancho de la cámara, busca mantenerte en el centro. A lo alto, tu cabeza debe llegar al límite superior de la pantalla y el límite inferior entre la barriga y el pecho.
• Si puedes, evita vestir colores “chillones” o ropa de rallas y cuadros tan resaltantes que distraigan a tus interlocutores. Lo mejor son los colores sólidos y suaves.
• Evita estar en un sitio donde haya ruido a tu alrededor. Para tus oyentes puede ser muy molesto, porque se le dificulta escucharte con claridad.
• Una buena práctica es estar pendiente de silenciar nuestros micrófonos mientras otro está hablando. Así se reduce el riesgo de generar ecos de sonido que afectan la atención.
Aquí puedes leer una sencilla comparación que hizo EL PAIS de los sistemas de videoconferencia de Zoom, Google, Microsoft y Facebook.
Y aquí encontrarás un breve reportaje de la “BBC Worklife” con la opinión de expertos sobre los retos de comunicación que plantean las videoconferencias.
¿Qué otra oportunidad de mejora agregarías?
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Estimada Anabel, me alegra que hayas podido revisar esta publicación y comentarla. Pero me alegra más leer tus aportes al tema. Estoy 100% de acuerdo contigo en que las comunicaciones digitales cobrarán más importancia. Lo cual requiere más y mejores estrategias de gerencia. Gracias por tu tiempo, Anabel.
Me encantó leer tu artículo Juan Carlos, pues el tiempo de duración de esta pandemia, aún es indefinido. En consecuencia es previsible pensar que la comunicación digital continuará en expansión como herramienta de interconexión o comunicación, en el área educativa, en el trabajo remoto, en la vida familiar o social y en variados sectores.
Tus reflexiones me animan a pensar en nuevas estrategias, además de las ya esbozadas por ti, para minimizar en lo posible el impacto negativo de los imprevistos que se puedan presentar en las videollamadas o videoconferencias. Esas situaciones que, si se presentan, nos pueden descuadrar, desenfocar o nos generen estrés, perdiendo en consecuencia efectividad o no pudiendo alcanzar los objetivos planteados.
Rosa María, gracias a ti por tu tiempo para comentar el artículo. Efectivamente, los equipos de trabajo necesitan abordar este tema para ser tan productivos como sea posible. Esta frase que dices es poderosa: El teletrabajo voluntario no se le parece en nada a esta “necesidad” que impone la nueva situación. Gracias por el aporte. Un abrazo.
Gracias por esta serie de consideraciones y recomendaciones. Esta nueva forma de trabajar merece un compendio de protocolos y atención. Quizás lo que llamamos «cortesía virtual» e impone. Y además, estar conscientes de lo que significa este cambio radical. El teletrabajo voluntario no se le parece en nada a esta «necesidad» que impone la nueva situación. Aprenderemos, estoy segura, a manejar las emociones, los subtextos virtuales y los nuevos códigos de comunicación a distancia.