¿Papa Francisco comienza un período de liderazgo servidor?
Me impresionó la firmeza del nuevo Papa Francisco I al expresar en la misa de inicio de su pontificado: «el verdadero poder es el servicio».
Sin dudas es una visión que contrasta de manera radical con el enfoque tradicional del liderazgo de muchos gerentes y políticos, que entienden «el poder» como sinónimo de fuerza, control, autoridad, orden u obediencia.
Es verdad, «el servicio a los pobres» no es un planteamiento nuevo dentro del cristianismo. Es una de las ideas del cristianismo, que nació con una fuerza tal que ha durado mas de dos mil años.
Pero en la actualidad se trata de un concepto que se destaca, porque Francisco I heredó una Iglesia muy salpicada por escándalos.
Justamente, como iglesia y religión no son lo mismo, la crisis del Vaticano como organización es significativa. Su institucionalidad se ha debilitado moralmente por acontecimientos que la hacen ver más lejos del servicio.
Pero parece que el nuevo Papa tiene clara esta situación. El ex cardenal Jorge Bergoglio de Argentina, tomó su nombre de San Francisco de Asís, un símbolo de pobreza, simpleza, caridad y amor.
Los encuentros con el concepto «arte supremo»
Desde hace muchos años he insistido en la necesidad de definir la atención y el servicio al cliente como un arte supremo.
Por una parte, porque el arte refleja la pasión humana por la búsqueda de la excelencia. Y esto, a su vez, es algo que puede aprenderse y desarrollarse con la práctica.
En la otra parte, la idea de arte «supremo» nos lleva a la máxima noción espiritual de un trabajo como el de Dios, dedicado al servicio del hombre. Con lo cual busco mostrar que atender y servir son los trabajos más dignos.
Me parece valioso que el Papa Francisco I señale que «cuando el ser humano falla en cuidar a los demás, se abre un camino a la destrucción y los corazones se endurecen».
Ignorar las necesidades y situaciones de los demás, siempre termina perjudicándonos a nosotros mismos, nos vuelve cínicos e indolentes, nos limita como persona y nos condena a la desesperanza.
El arte supremo de la atención al cliente implica esta noción de cuidado, que en términos de relación humana significa interés, esmero, preocupación, excelencia profesional, dignidad y autenticidad. Es decir, considerar que la gente siempre está primero.
El valor de la consistencia entre ideas y acciones
La consistencia es lo que otorga más fuerza a la hora de transmitir verdadera orientación al servicio y la atención. Si asumimos nuestros valores, con conciencia, nuestra actitud de vida se vuelve más generosa y productiva.
Claro ejemplo de ello lo dio el Papa Francisco en su misa inaugural:
• Recorrió la plaza de San Pedro en un jeep blanco abierto, para ser más accesible a la gente, y abandonó el Papamóvil a prueba de balas.
• Se detuvo en varias ocasiones para saludar a algunas de las cientos de miles de personas reunidas en la plaza, besando niños y saliendo del auto en un momento para bendecir a una persona discapacitada.
• Usó una sotana blanca y zapatos negros, en contraste con los lujosos atuendos que atrajeron la atención con su antecesor.
• La ceremonia la realizó desde un altar mucho más modesto que el tradicional y sólo duró dos horas.
«Mi primera impresión es que el Papa es muy humilde», dijo Isaac Adroamabe, de Uganda, quien estudia en Roma para convertirse en cura. «Creo que va a cumplir sus promesas, y puedes ver que es un Papa con los pies en la tierra que se mezcla con el pueblo», agregó.
El liderazgo servidor tiene compromiso con la empatía y el diálogo
Otro aspecto digno de destacar en materia de las responsabilidades que conlleva el poder del servicio, tiene que ver con la importancia del diálogo y la consulta.
En tal sentido, es muy coherente que en los seis días anteriores a su elección, Francisco I comentara planes para reducir el centralismo del Vaticano y gobernar consultando con otros obispos (algo que podrían hacer con más frecuencia muchos gerentes).
Atender a la gente como arte supremo no es en solitario. Quien pretende servir no debería aspirar a acumular poder porque, justamente, la fortaleza de las ideas surge de la consulta y el diálogo.
Se generan acciones más legítimas cuando son concertadas mediante el trabajo en equipo y la confianza mutua. Las ideas propias se fortalecen y alcanzan su mayor potencia cuando entran en contacto con otras ideas. Es un ejercicio ineludible de tolerancia y reconocimiento a las ideas de los demás, incluso y, sobre todo, cuando son diferentes.
¿Qué hace Francisco I al respecto? Se reune con líderes políticos de tendecias divergentes y con más de 30 delegaciones que representan a otras iglesias cristianas, así como representantes de las religiones judía, musulmana y budista, entre otras.
A esos líderes mundiales les pide que sean «protectores de los demás y del medio ambiente (…) no nos olvidemos que el odio, la envidia y el orgullo contaminan nuestras vidas. Ser protectores significa también vigilar nuestras emociones, nuestros corazones.»
En tan breve lapso, el Papa Francisco ha demostrado con palabras y acciones significativas su convicción de que el poder es para servir a la gente.
Guardando las lógicas diferencias, e independientemente de nuestras creencias religiosas, lo que ha estado haciendo el nuevo Papa nos sirve para reflexionar y evaluar nuestra conducta de atención como servicio y modo de superación personal.
La buena atención, con sentido artístico, es un camino para lograr nuestras metas profesionales, mientras disfrutamos nuestra labor y trascendemos como personas.
Pero también es una decisión que depende de nosotros mismos. Es una elección de ser mejores. Es una apuesta segura a la superación personal y laboral. Es el poder personal puesto en acción.
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